“La Deconquista (sin flotar no puedo vivir)” — VideoClub
¿Hasta qué punto nuestras memorias son reales, imaginadas o artificiales? ¿La realidad supera la ficción o es la ficción la que genera la realidad? ¿Es acaso la ficción una herramienta de escape o un medio crítico para imaginar futuros alternativos?
A través de videoarte experimental, esta curaduría de VideoClub explora cómo la imaginación y los juegos narrativos pueden convertirse en motores de transformación cultural y social. La deconquista (sin flotar no puedo vivir) es una invitación a soñar, deformar y reconstruir realidades que nos conecten con las memorias como gestos vivos, lo sagrado y lo profano, así como con la posibilidad de luchar por mundos más habitables. Los artistas reunidos cuestionan y profundizan en nuestra percepción, creando nuevas narrativas o dislocando las antiguas para desmantelar paradigmas añejos y re-generar nuevas formas de habitar el mundo y de imaginar futuros menos catastróficos.
En un contexto donde las fronteras entre lo real y lo ficticio se desdibujan, las obras investigan la tensión entre lo virtual y lo físico, entre tecnología y humanidad. Los glitches y deformaciones de la imagen se convierten en símbolos de una realidad en constante mutación, donde la verdad y la mentira se entrelazan, reflejando la complejidad de nuestra experiencia contemporánea. Expuestas a tantas imágenes de dudosa procedencia, reafirmamos el video y el film como portales de mundos sensibles capaces de develar historias invisibilizadas, inaccesibles por otros medios. En lo fantástico y en lo doméstico se refleja el mundo, como un microrrelato puede contener toda la historia del mundo.
¿Cómo podemos repensar lo cotidiano y lo doméstico como espacios de resistencia y potencial transformador? A través de narrativas locales y subjetividades únicas, los artistas configuran escenarios para el sostenimiento de la celebración de la vida; los afectos y los cuidados, usando el video como reafirmación del lugar de enunciación, donde se gestan las posibles contra-historias, las historias de los grupos de amigues, de las vanguardias. Las prácticas insurgentes, como las musicales, espirituales, pedagógicas y medicinales, que abogan por una ética y estética relacional, donde la co-imaginación de un nuevo mundo se convierte en un acto colectivo de creación. Pero también en los gestos más sencillos se consolidan visiones decoloniales del mundo: como caminar, cocinar, limpiar y conversar, que se hacen fuertes tejidos de memoria y regeneran una ecología cultural que actúa frente a la sequía.
Sin flotar no podemos vivir, reafirmamos, e invocamos el agua como elemento nuclear de nuestra existencia, extendiendo la invitación a estudiar su comportamiento, a traer a nuestro pensamiento sus cualidades: fluida, esencial y portadora de la vida en eterna transformación.