| COMPOST DE HIPERREALIDADES:
Ecologías urgentes y transversales. Nicolás Oyarce Carrión – curador 17 BAM La 17 Bienal de Artes Mediales de Santiago se despliega como un terreno de compost vivo: treinta y dos años de prácticas electrónicas sedimentadas y remezcladas en capas tentaculares de memoria, afecto y tecnologías situadas. No se trata de una genealogía lineal, sino de un micelio rizomático que crece hacia múltiples direcciones, conectando lo humano, lo no humano y lo posthumano en un mismo entramado vital. En esta versión número 17, lo impredecible se entiende como una ecología antes que como una identidad. No se trata únicamente de artes electrónicas, de máquinas que nos hacen felices, o de prácticas que cortocircuitan los géneros de representación, sino que también de una forma de desestabilizar jerarquías, de producir alianzas interespecie, de habitar la porosidad de los bordes. Como en las investigaciones micológicas que revelan que nada vive en soledad, la ecología queer se convierte en una política de interdependencias, fermentaciones, contagio, contaminaciones y cuidados mutuos. Las hiperrealidades que aquí emergen no son simples simulacros posmodernos, sino ficciones críticas que se incrustan en la vida cotidiana y social. En un presente saturado de imágenes y narrativas de control, la ficción se vuelve estrategia de supervivencia: un modo de imaginar futuros posibles en medio del colapso climático y la violencia extractiva que se camufla de fake news. Si la hiperrealidad, como se ha dicho, es algo “más real que lo real”, esta 17 Bienal pluraliza este concepto y se convierte en un laboratorio donde lo digital, lo onírico y lo viviente se entremezclan para abrir percepciones alternativas. Las obras presentadas abordan lo doméstico y lo cotidiano transformados por la imaginación, transitando desde la intimidad del juego robótico hasta la monumentalidad de instalaciones inmersivas. Cuerpos hackeados en clave Camp, archivos digitales que desmantelan las narrativas oficiales, máquinas amorosas, artes mediales afectivas que recuerdan que la tecnología también puede ser una extensión del cuidado. Aquí lo medial no es neutral: cada dispositivo es un campo de disputa donde se juegan las posibilidades de la justicia planetaria, ambiental, territorial, sexual y de género, intergeneracional y cultural. Esta 17 BAM se concibe como un relato coral, una narrativa micelial y colectiva en la que artistas, investigadores, comunidades, públicos, máquinas, y entornos actúan como especies compañeras. Se trata de practicar “pactos con la imaginación”, no para resolverlo con la lógica del progreso lineal creativo formal, sino para aprender a respirar en la turbulencia y buscar respuestas en la oscuridad, sosteniendo la complejidad sin reducirla. Esta es una práctica curatorial inspirada en el movimiento patafísico creado por los surrealistas, descrito como todo lo que está “alrededor de lo que está más allá de la física”, enfatizando en la imaginación, la curiosidad y el absurdo para encontrar lo extraordinario en lo ordinario. Desde esta perspectiva, la curaduría es también una forma de pedagogía de la intuición: un aprendizaje que surge de lo inesperado, lo invisible, lo diverso, lo múltiple y lo inestable. La selección de obras se entrecruzan para desarmar dicotomías heredadas — naturaleza/cultura, humano/máquina, real/ficticio, original/copia, material/virtual — y para generar alianzas insólitas. Así, la 17 BAM se vuelve un espacio de compost para dialogar, una bienal pop en su superficie y política en su núcleo, donde lo demasiado real se vuelve sospechoso y lo falso adquiere una consistencia brillante. Esta bienal fábula, especula y multiplica. Propone un dispositivo sensorial y colectivo para imaginar nuevas formas de coexistencia, donde la ecología como cuidado mutuo no es solo metáfora, sino práctica concreta: una manera de sostener la vida en común en tiempos de turbulencia. Las obras presentadas en la sede central CEINA, se conciben como una síntesis conceptual de las obras que encontraremos desplegadas por la ciudad de Santiago, un abre boca o abre ojo de lo que estará sucediendo en nuestros espacios satelitales durante el tiempo de la 17 BAM, es una invitación a recorrer la ciudad como un laboratorio abierto a las posibilidades donde conviven distintas generaciones, trayectorias y lenguajes, en un gesto que rehúye la lógica de la representación cerrada para apostar por un relato en redes. Las obras reunidas aquí despliegan lo medial desde múltiples frentes: videoarte, instalación, autobiografías, bioarte, gráficas, libros-objeto, arte textil –siempre presente en nuestra cultura latina–, sonido, prácticas performativas y cine expandido, todo sucediendo al mismo tiempo. Esta curaduría híbrida configura un espacio donde la tecnología se entiende no solo como herramienta, sino como territorio vivo, sensible y político. En CEINA se activa una museografía que combina la experimentación sensorial con la memoria, lo popular con lo especulativo, lo doméstico con lo urbano, reuniendo artistas que, más que seguir una disciplina fija, han hecho de su vida misma una obra en constante transformación. Esta selección de obras opera como un dispositivo colectivo en expansión, donde cada propuesta es un nodo que dialoga con otros, dando forma a un ecosistema diverso que refleja la dimensión transversal de la Bienal y su apuesta por ecologías críticas y colectivas. La 17 Bienal se propone, así, como un gesto de resurrección: un retorno de las energías, lenguajes y desobediencias que dieron vida a la escena underground en Chile, una escena que nunca dejó de producir obra y cuyo legado continúa de forma natural y persistente. Más que una cita con el pasado, este encuentro se abre como un ritual colectivo que activa testimonios enterrados bajo la represión y la eterna transición, y que hoy emergen para volver a latir en nuevas formas. |
|---|
//Hiperrealidades – CEINA





































