Reino Expandido
Nicolás Oyarce Carrión – curador
En la curatoría “Reino Expandido” presentada en esta versión número 17 de la BAM, se trabaja la idea de la producción de sentido en los tiempos de alucinación digital, y nos convoca a recorrer un territorio donde la imagen ya no representa, sino que sustituye, desborda y trastoca aquello que llamábamos realidad. Habitamos un presente en el que los algoritmos y las ficciones tecnológicas fabrican mundos plausibles, capaces de eclipsar lo tangible y de diluir las fronteras entre lo vivido y lo simulado. Desde esa conciencia, el arte VR se revela no como un refugio virtual, sino como un dispositivo de tensión: un lugar donde la alucinación digital se expone en sus propias costuras y donde la proliferación de signos se enfrenta a la necesidad de generar sentido común, compartido, aunque siempre inestable. Este capítulo se alza como un llamado a reconocer que ya no hay certezas firmes, sino procesos de negociación entre cuerpos, naturalezas, imágenes y memorias que se mezclan en la superficie brillante de la pantalla. Lo real no aparece como un terreno perdido, sino como una zona de disputa que el arte vuelve visible, encendiendo grietas en medio de la saturación visual para recordarnos que todavía es posible imaginar desde el vértigo.
La idea de Reino Expandido funciona como una metáfora potente para describir la forma en que las tecnologías contemporáneas —desde la inteligencia artificial generativa hasta la hiperproducción de imágenes en redes sociales— han colonizado nuestra percepción del mundo. Así como una alucinación nos hace experimentar realidades inexistentes con una intensidad que parece verdadera, lo digital produce escenarios, imágenes y narrativas que operan con la misma fuerza de lo real, borrando las distinciones entre lo que ocurre y lo que se fabrica. No se trata solo de que podamos “dudar”: la alucinación digital implica que esas construcciones se integran plenamente en la manera en que pensamos, sentimos y recordamos, de modo que la línea entre experiencia y simulacro se vuelve difusa.
En la era digital, lo virtual no es solo un medio de representación, sino un régimen perceptivo que altera nuestra relación con el cuerpo, el tiempo y la imagen. Vivimos inmersos en un flujo de estímulos que genera un presente expandido, donde lo verosímil circula con más fuerza que lo verificable. La alucinación digital, lejos de ser un accidente, se convierte en una condición estructural de nuestra percepción colectiva.
El arte, en este contexto, puede actuar como un “contra alucinógeno”: interrumpiendo la fluidez de lo digital, mostrando sus fracturas y devolviendo al espectador una experiencia que cuestiona lo habitual y revela lo inquietante.
En esta selección de cuatro obras en realidad virtual, este principio se despliega de distintas formas. Juntas, estas obras transforman la experiencia de lo virtual en un espacio crítico, donde la alucinación digital se observa, se cuestiona y se reinterpreta, abriendo nuevos modos de habitar la realidad expandida.






